Ana Orantes, ¿qué pasó tras su muerte?
Ana Orantes fue asesinada en 1997 por su exmarido pocas semanas después de haber contado en un programa de Canal Sur las 4 décadas de maltrato que había sufrido. Tras esta entrevista, su exmarido la asesinó de forma brutal.
Ese asesinato de Ana Orantes conmocionó a toda España y cambió la forma de ver la violencia machista en nuestro país.
¿Cómo recogieron los medios de comunicación lo sucedido?
Los medios de comunicación de todo el país cubrieron ampliamente el crimen. Los titulares hablaban de “la mujer quemada viva por su exmarido tras denunciar en televisión”, y se publicaron reportajes, entrevistas a familiares y análisis de las carencias legales. El caso fue portada en diarios como El País, El Mundo, ABC y tuvo espacio destacado en televisiones nacionales. Fue uno de los primeros asesinatos por violencia de género que los medios trataron no como un crimen pasional, sino como un problema estructural.
Aunque la mayoría de la cobertura mediática del asesinato de Ana Orantes se centró en la condena del crimen y en la denuncia de las carencias legales frente a la violencia machista, también hubo algunos titulares y enfoques que, lamentablemente, culpabilizaron de manera indirecta a Ana Orantes o trataban de restar gravedad al caso. Esto reflejaba un contexto en el que la violencia machista no siempre se entendía como un problema estructural y social.
Algunos medios culpabilizaron de forma indirecta a Ana Orantes por «provocar» al agresor con su testimonio en televisión.
En algunos medios se destacó que Ana Orante había hablado públicamente en televisión de los abusos sufridos, lo que en algunos casos se presentó como una provocación hacia su exmarido. En lugar de abordar la responsabilidad del agresor, se sugería que Ana había «desafiado» a su agresor y «provocado» su ira al hacer pública su denuncia. Esto se puede ver como una forma de tratar de «justificar» el crimen, aunque no de forma explícita. En la época, mujeres como Ana Orantes, capaces de decir públicamente su situación podían ser tachadas de temerarias o imprudentes.
Afortunadamente, gracias a la presión social y a las movilizaciones, los medios comenzaron a tratar estos crímenes como lo que son: violencia estructural y delito machista.
¿Qué sucedió tras su asesinato?
Tras el brutal asesinato de Ana Orantes en diciembre de 1997, España vivió un auténtico despertar social y mediático frente a la violencia machista.
La noticia de la muerte de Ana Orante conmocionó al país y se formaron numerosas manifestaciones, como una en Granada donde se reunieron más de 2.000 personas. Tres meses después de su asesinato, el Gobierno aprobó su primer plan de acción contra la violencia doméstica, donde se crearon recursos para las mujeres víctimas de violencia de género (como casas de acogida) o la inclusión en programas educativos para fomentar la igualdad.
Gracias a la presión social, el caso llegó al Parlamento. Diputados y senadores denunciaron la ineficacia de las leyes vigentes y se abrió un debate político que años después desembocaría en la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, una de las más avanzadas de Europa en ese momento.
No cabe duda de que el hecho de que esta mujer tuviera que morir calcinada para que esta lacra social se tomara en serio es algo demasiado grave si lo miramos en la actualidad. Pero sí que es cierto que, si no fuera por ella, quién sabe cómo serían estas situaciones ahora mismo.
Entrada realizada por Joel Khevin Bravo Vincaya y Daniel Fernandez Moreno.